Decepción desde el primer sorbo
Cuando era niño, lo veía a mi padre calentar el agua, preparar el mate poniendo la yerba, agitándola, y después lo veías tomarlo. Crecí y jamás recibí un mate de parte de él, pero mi curiosidad para saber que gusto tenía, que se sentía y probar prepararlo por mi cuenta, me llevó a intentarlo. Seguí sus pasos: Calenté agua, saque el mate, la yerba, bombilla y le pegue la famosa sacudida para subir el polvillo. Probé uno, dos mates y no me gustó… Estaba decepcionado. Como niño esperaba algo más “divertido” en ello, pero no era así.
Con el pasar de los años, me fui de casa, siendo joven, tenía 17 años. A partir de ese momento, a donde iba, la bebida preferida era el mate, y comencé nuevamente, a prepararlo, a tomar, a compartir, a sentirlo. Era normal ya para mí salir y decir: “Llevo el mate.”
Yerba Mate y la belleza de la naturaleza
Soy amante de la naturaleza. Siempre que puedo me hago una escapada, aunque sea a la parte de las Sierras de Córdoba más cercana, pero trato de hacerlo, y siempre es cuestión de no olvidarse de llevar los elementos necesarios para preparar el mate.Recuerdo una vez, en medio de una montaña, calentando agua en un jarrito enlozado para hacer mate, me doy cuenta de la falta de la bombilla. No sabía que hacer, lo único que esperaba era tener agua caliente y sentarme tranquilamente en la vera del río y disfrutar de unos mates, sólo eso. Y veía complicado hacerlo sin la bombilla. Entonces, hurgando en mi mochila dentro de la carpa, encuentro un sorbete, común, de los largos sin pliegues, y tuve que recurrir a lo primero que se me vino a la cabeza. Calenté un extremo, lo pegué, le hice agujeritos, y al fin de esa manera pude tomar mate sentado al lado del río. Ahí estábamos, el mate y yo, solos, disfrutando uno del otro de un paisaje más.
¿Pór qué tomar mate?
Con el paso de los años me dí cuenta que no era lo mismo tomarse una coca para mantenerse activo, sin que me aburriera a la final. Era siempre mejor poner agua en la pava, preparar el mate e ir cebando, estuviera solo o acompañado no se comparaba el hecho de estar en movimiento al tener que cebar un mate tras otro, y no cansarse de ello, de prepararlo, tomar, cargar de nuevo, y compartir con alguien más eso. No se compara con nada, sus componentes te mantienen despierto, y el tener que cebarlo a cada instante es mejor, lo mantiene a uno alerta, pensante, fijándose que salga bien, que no se tape, que no se lave, si le falta azúcar, o si le sobra, si lo preferís con algún agregado…Tiene su magia, por que el cebador es quien le da una vida particular a cada uno de esos momentos, y entre tanto compartir, uno va conociendo más a las otras personas, se va amigando con sus gustos, y así, uno termina siendo partícipe en una complicidad que no tiene forma de explicar.
Tomamos mate cuando hace frío, cuando hace calor también, cuando estamos felices y cuando necesitamos desahogarnos, si estamos solos o acompañados, si hay una cosa dulce o salada da igual, el mate siempre se encuentra presente.
El mate es compañía, satisfacción y amor en mi vida.
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